viernes, 17 de diciembre de 2010

NICOTINA VIRTUAL

Estos días el diario El País promociona a través de su sección de ventas cigarrillos electrónicos, un artefacto cuya existencia yo desconocía pero que al parecer goza ya de una considerable difusión. Como diría un geek conforme a su convencional dicotomía, se oponen a los cigarrillos analógicos o sea, los de siempre, cuyo sabor y sensaciones se las apañan para imitar con el concurso de la más sofisticada tecnología. Su principal utilidad parece ser la de ayudar en el arduo propósito de dejar de fumar o simplemente servir de sustituto del tabaco analógico cuando no se quiere o no se debe molestar al vecino, lo que puede ofrecerles una excelente oportunidad en el próximo escenario de proscripción de la nicotina en el espacio hostelero. Hasta ahora conocíamos el sexo virtual, que en realidad no es sino un remedo de la masturbación de toda la vida solo que con apoyo audiovisual interactivo. Con esto del tabaco añadimos un nuevo vicio a la lista de los ciberpecados. Quién sabe si en esta línea no llegaremos a conocer el porro digital, la cocaína electrónica y hasta un emulador gastro-virtual que nos proporcione placeres de gourmet sin tener que pasar por la mesa de un restaurante de autor, con las onerosas consecuencias financieras que esto suele acarrear. En fin, en cualquier caso los  susodichos cigarrillos no son sino un sucedáneo más de los que proliferan en este mundo cada vez más second life, en el que las estrellas de Hollywood ya no se pasan pitillos humeantes, no vaya a ser que los espectadores caigamos en el vicio presos de la fascinación. Como me dijo mi mujer al comentar el asunto, y tirando de un símil muy bibliotecario-documental, estos nuevos cigarrillos son monopuesto y presenciales pero igual pronto podremos fumar on line. Aunque no tan placentero, posiblemente sea menos nocivo que cascarse un habano (aunque sobre esto también hay dudas).
+Info: un artículo conciso y esclarecedor en Wikipedia

domingo, 28 de noviembre de 2010

EL GRAN CLASICO

Madrid, 2015: se van a celebrar las primeras elecciones autonómicas post-Aguirre. Concurren como candidatos, por el Partido Popular, una madura Ana Botella que ha decidido quemar su último cartucho político gobernando la Comunidad; por el PSOE, Trinidad Jiménez, que tras dejar la cartera de exteriores se volcó en la pugna por conseguir lo que siempre había deseado, gobernar Madrid; y por el emergente  PC (no se asusten, no es un canto de sirena de los viejos comunistas, se trata del nuevo Partido del Corazón), la inefable candidata Belén Esteban, a la que las encuestas auguran un prometedor resultado. Tres candidatas (cómo ha evolucionado España, tres mujeres en liza) y una fecha, el último domingo de mayo, para dilucidar quién gobernará la Comunidad Autónoma madrileña. Sin embargo la última semana de campaña las proclamas de las aspirantes pasan desapercibidas, las ruedas de prensa apenas ocupan sitio en los telediarios, los mítines congregan escasos seguidores y el debate final emitido por la televisión autonómica, con las tres políticas en el plató, cosecha una raquítica audiencia. Nadie parece interesarse por la contienda electoral, empezando por unos medios que le prestan nula atención. ¿Qué ocurre? No hay más que pararse a ver un noticiero televisivo, de cualquier cadena y a cualquier hora, pues todos tienen consagrado su espacio a una única noticia, un evento en ciernes que parece concitar unívocamente la atención de todos los espectadores, locales, regionales, nacionales y hasta mundiales: el gran clásico del fútbol español, el Madrid-Barça que coincide con el día de las elecciones. Todo lo demás se ventila en unos minutos, pues las noticias relativas al encuentro ocupan el meollo de todos los medios informativos, sean impresos, radiofónicos o televisivos: el precio de las entradas, las posibles alineaciones, el menú de los jugadores el día del partido, la marca de las chocolatinas que devora Mourinho en el banquillo (¡cinco años en el Madrid!), el color de las colchas de las habitaciones en las que pernoctará la expedición barcelonista y hasta el tipo de calzoncillos (bóxer o slip) que predomina entre la plantilla futbolística del Bernabéu. Todo importa, todo interesa. Es el clásico, un evento mundial.
Repentinamente, dos días antes del partido, las autoridades toman una drástica decisión. Puesto que el encuentro coincide con los comicios y para evitar que esta circunstancia perjudique a la participación electoral se estipula un cambio de fecha: las elecciones se trasladan al lunes siguiente al día del partido. La medida se adopta con el consentimiento de las directivas del F.C. Barcelona y del Real Madrid, a las que obviamente se ha consultado su parecer, y de la cadena televisiva que emitirá el acontecimiento. Tan pronto se conoce la noticia, los aficionados aplauden la decisión, los medios la elogian y los partidos políticos respiran tranquilos, satisfechos de que por una vez se haya actuado con sensatez.
Epílogo: por si alguien no ha captado la ironía hay que recordar que durante estas últimas semanas (volvamos al presente, noviembre de 2010) radios, periódicos y sobre todo televisiones llevan dedicando innumerables páginas y horas de emisión al partido que enfrentará a Barça y Madrid el lunes 29 de noviembre. No es que el evento carezca de interés, al menos para los seguidores de estos equipos, pero la desproporción del caudal mediático generado es astragante. Y seguramente a una importante parte de la audiencia no solo se le está cansando sino también escatimando otras noticias cuyo espacio ocupa este omnipresente y fagocitante partido. O sea que, como tantas veces, la noticia la crean o al menos la “dimensionan” los medios, independientemente de la verdadera dimensión social de la misma. En el caso que nos ocupa, después de las últimas novedades sobre el reparto de los derechos televisivos futbolísticos, esta atención desmedida se nos figura como las arras que intercambian los mass media y los clubes poderosos en su particular matrimonio de conveniencia.
+Info: un reciente artículo de David Trueba en El País sobre la relación televisión-fútbol.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

RACIONALISMO

Cuando era joven (bueno, mi padre me corregiría, “cuando era más joven”) solía gastar el tiempo con un amigo recopilando fachadas, portales y otros detalles arquitectónicos en un Bilbao Pre-Guggenheim que ya entonces nos parecía mucho más surtido de edificios interesantes de lo que su fama de ciudad fea y gris permitiría colegir. ¿Bilbao fea? Bueno, si la comparabas con Donostia y su postal del marco incomparable puede que sí, pero si paseabas atento por el Ensanche y el Casco Viejo resulta que la ciudad no era más fea que la mayoría de las ciudades españolas, incluso resultaba más agraciada que buena parte de ellas. Y eso con la ría todavía hecha un lodazal escoltado por ruinas industriales y sin ese catálogo de construcciones Pritzker que ahora se reflejan en la lámina de agua del Nervión. Del surtido de edificios interesantes nos llamaban la atención de un modo especial los ejemplares racionalistas de los años 30-40 del siglo XX, tan abundantes en Bilbao. Leo ahora que el director de cine Javier Rebollo va a presentar en el festival Zinebi (de cortos y cine documental) una película sobre la arquitectura racionalista en Euskadi. Me gusta la noticia, pues aunque seguramente el documental pasará desapercibido al menos momentáneamente muchos serán conscientes (algunos por primera vez en su vida) del patrimonio arquitectónico que tenemos sin darnos cuenta delante de nuestras narices. Seguramente la arquitectura racionalista es la que mejor refleja la idiosincrasia estética bilbaína y, con permiso del Guggenheim (un icono emblemático y como tal una excepción), el repertorio de edificios racionalistas es la imagen más particular y específica de Bilbao, casi una seña de identidad que la diferencia de otras ciudades. Por eso deberían protegerse, mimarse, cuidarlos y evitar que se pierdan. Como seguro que va a ocurrir pronto con el viejo edificio del RAG, donde con suerte se levantará la enésima fachada epatante cuando no un nuevo pastiche historicista que “se integre con los edificios colindantes”. Está muy bien la nueva arquitectura contemporánea de Bilbao, hace moderna la ciudad, pero 80 años atrás también la hicieron moderna La Equititiva, La Aurora Polar, el "rascacielos" de Bailén… y el Garaje RAG cuyo derribo se autorizará en cuanto la coyuntura inmobiliaria lo aconseje. Pues eso, un ejemplo más de que las instituciones son sostenibles solo cuando les conviene sostener (lo cual, éticamente, no se sostiene).
+ Info en El Correo

miércoles, 17 de noviembre de 2010

ALICIA CROFT

El chaval, un púber de apenas doce años, mueve compulsivamente el mando de su Wii apuntando a la gran pantalla plana del televisor, 42 pulgadas nada menos. En la pantalla, una patera petada de histriónicos hombrecillos oscuros intenta evitar los zambombazos que le llueven por doquier. Cuando acabe con la patera el chico deberá enfrentarse a un violento grupo de manifestantes independentistas y antisistema que amenazan con provocar severos desórdenes en el centro de Barcelona. La heroína del videojuego podría ser Alicia Croft, el último icono mediático del Partido Popular en la campaña electoral catalana. No vamos a entrar en el transfondo ideológico que conlleva “jugar” a la eliminación física de inmigrantes e independentistas, por muy metafórico que se pretenda el mensaje. Lo verdaderamente llamativo es que este artificio publicitario se inserte en una campaña electoral. Así que una de dos: o los responsables de comunicación del PP en Cataluña son unos incompetentes por no prever que semejante idea puede volverse contra la heroína-candidata, Alicia Sánchez-Camacho “Croft”; o bien la maniobra tiene intenciones más sibilinas y lo único que se pretende es generar agitación en torno a la cuestión de la inmigración, un tema muy sensible en Cataluña (acordémonos del reciente asunto de los rumanos en Badalona). Así, aun a sabiendas de que el videojuego iba a suscitar controversia (al parecer ya se han cambiado los “inmigrantes ilegales” por las “mafias ilegales”) el PP consigue a muy bajo coste decir lo que muchos potenciales votantes quieren oír pero un partido que se quiere moderado no puede proclamar en voz alta: mano dura con la inmigración. Al loro porque este tema cada vez va a contaminar más y más la vida política y nuestra convivencia social.
+Info: en Público y en ABC

miércoles, 13 de octubre de 2010

ABUCHEOS PATRIOTICOS

Los presidentes están acostumbrados a que les silben por las calles, aunque no sean guapos. Es algo que debe de ir en el cargo. Al de ahora, Zapatero, le caen cada año unas cuantas pitadas pero hay una que se viene repitiendo con puntualidad ritual casi desde que tomó posesión del cargo. Se trata, como no, del tradicional abucheo del 12 de octubre, día de la Pilarica, de la Hispanidad y día también del gran desfile militar con el que se celebra la Fiesta Nacional. Lo suyo sería que, de hacer algo, se hiciera un acto civil pero como después del franquismo hubo que dejar quietas algunas cosas (como la monarquía, pongamos por ejemplo) se sigue celebrando la fiesta de la nación con un desfile. Y ya llevamos muchos años viendo qué clase de público tienen los desfiles… Así que lo de la pitada a un presidente sociata  en ese acto no deja de ser normal, máxime si los políticos y los medios de la derechona se han encargado de caldear debidamente el ambiente: que si con la conspiración del 11-M primero, que si con los ataques a la familia o a la Iglesia después, que si con la crisis y con el paro ahora, y con todos los males que, por mayor o menor culpa de Zapatero, España padece. Lo más gracioso de todo es ver a los políticos del PP lamentar en alto la grosería que suponen los abucheos cuando por lo bajinis se regocijan de los mismos. En fin, que España habrá culminado del todo la transición el día en que en un desfile militar el público abuchee a un presidente de derechas por hacer una política conservadora. O mejor aún, cuando para celebrar el 12 de octubre a nadie le parezca oportuno hacer ningún desfile militar. Eso sí que estaría bien…
+Info: En El País

viernes, 2 de julio de 2010

VERSION ORIGINAL


Justo la misma semana en la que el Tribunal Constitucional da a conocer su sentencia sobre el Estatut, el Parlament de Catalunya aprueba por abrumadora mayoría la nueva ley del cine, que entre otras cuestiones obliga a proyectar en catalán la mitad de las copias dobladas o subtituladas de otros idiomas extranjeros. Los distribuidores y los exhibidores, que ya hicieron una particular huelga por esta cuestión el pasado mes de febrero, se han tomado muy mal la nueva ley que, auguran, perjudicará severamente al negocio del cine en Cataluña abocando a muchas salas al cierre. Los militantes de la Plataforma per la Llengua, contrariamente, se felicitan por la nueva reglamentación. Los primeros han advertido de una consecuencia que posiblemente se derivará de la aplicación de la ley: las grandes productoras norteamericanas, que copan una buena parte de la taquilla, exhibirán sus películas sólo en lengua original, ni subtituladas ni dobladas, ni en catalán ni en español, solo en inglés, y punto. Supongo que en el British Council estarán frotándose las manos solo de pensar el impulso que esta tesitura supone para la lengua inglesa, cuyo conocimiento se extenderá forzosamente en Cataluña a la misma escala que, pongamos, en Finlandia o Dinamarca, donde hasta las bisabuelas nonagenarias hablan con fluidez en la lengua del Imperio. Una buena noticia también para las academias de idiomas, encargadas de garantizar que las presentes y futuras generaciones puedan seguir yendo al cine. Por último, quizás suponga también una excelente oportunidad para aquellas cinematografías dispuestas a pasar por el aro del doblaje bilingüe: quién sabe, puede que de aquí a unos años los mayores taquillazos en Barcelona sean obras de la última hornada de realizadores búlgaros (eso sí, subtituladas en catalán).
Poniéndonos serios, la política debería estar al servicio de los anhelos de los ciudadanos. Dicho de otra manera, la administración debería dedicarse a procurar que la gente tenga eficazmente resueltas sus necesidades, que obtenga lo que precisa y por tanto demanda. Esto generalmente implica obviar las cuestiones simbólicas, que a la postre son sin embargo las que con más facilidad excitan nuestras pasiones, lo que obviamente tiene mayor rendimiento electoral. Quizás haga falta recordar que muchos de los debates domésticos catalanes que más repercusión mediática han tenido últimamente poseen ese transfondo simbólico: los toros, el burka y ahora el doblaje de las películas. En cierta forma ha pasado también con mismísimo Estatut, aprobado en un referéndum en el que participó menos de la mitad del electorado. Dudo que estas sean, ni de lejos, las principales preocupaciones de las personas.
En el asunto que nos ocupa, ¿de verdad la población catalana estaba demandando con tanto ahínco cine en lengua vernácula? Porque si así fuera yo creo que el propio mercado lo evidenciaría sin necesidad de establecer cuotas o reglamentos, es decir, sin necesidad de que la administración interviniera en ello más allá de lo estrictamente necesario para garantizar una oferta que satisficiera la demanda real. Pero una vez más, y en esto los catalanes van camino de ganarnos a los vascos, lo que está en juego es la cuestión identitaria. En este sentido es muy interesante el capítulo que dedica al asunto Vicenç Navarro en El subdesarrollo social de España, donde sostiene que en Cataluña la cuestión nacional actúa como un velo que impide discutir problemas sociales y económicas que afectan de una manera mucho más decisiva a la vida de las personas. Algo que me temo que en cierta forma el actual gobierno “de izquierdas” ha heredado de los anteriores gobiernos de CiU. En esto del doblaje del cine presiento que la administración también interviene atendiendo a imperativos simbólicos y cálculos electorales de una manera innecesaria y paternalista, al estilo del déspota ilustrado que actúa anticipándose a la demanda de la sociedad. A algunos, a muchos, les contentará la nueva ley, más quizás por su carga ideológica que por razones meramente prácticas. A otros, muchos también, les dejará indiferentes, al menos por lo que concierne a la repercusión de la misma en sus vidas. Y a las salas de cine seguramente les vendrá mal. Pero es que las elecciones autonómicas están cerca…
+Info: la noticia en El País y en Avuí

viernes, 21 de mayo de 2010

POLITICA FISCAL, CRISIS E IGUALDAD SOCIAL

Tras los recortes decididos la semana pasada para reducir el gasto del Estado ahora el gobierno de Zapatero anuncia su intención de abordar una suerte de reforma fiscal para incrementar los ingresos. En realidad hace tiempo que ya se había anunciado la inminente subida del IVA, que como impuesto indirecto repercute por igual en todos los bolsillos y consecuentemente afecta más a quién menos tiene. También habíamos experimentado desde comienzo del presente año un aumento de las retenciones practicadas mensualmente a nuestras nóminas, de forma que los asalariados ya llevamos unos cuantos meses acuciados por un leve pero innegable aumento de la presión fiscal. La nueva propuesta lanzada al aire con poca concreción sugiere que en un futuro próximo se les van a subir los impuestos a los ricos de verdad. De momento y de un modo muy vago Zapatero ha sugerido que la frontera está en la mágica cifra de 60.000 euros de ingresos anuales, lo que vendría a ser 10 millones de las antiguas pesetas. La intención sería buena si viniera acompaña de medidas que posibilitaran una verdadera reforma fiscal en este país, pero me temo mucho que todo se va a quedar en agua de borrajas: estamos muy lejos de empezar a parecernos a los países escandinavos. ¿Por qué?
Para empezar, deberíamos asumir que queremos una sociedad más igualitaria y que consideramos que el Estado tiene que ser el principal garante de esa aspiración mediante una redistribución de la riqueza, para que todos los que la producen la disfruten de una manera más equitativa. Aunque esta premisa está en la letra de cualquier programa socialista de momento ningún gobierno la ha desarrollado hasta sus últimas consecuencias. Pero lo llamativo no es esto, sino que seguramente a una parte importante de la sociedad ni tan siquiera le parece una meta deseable. Bien porque desconfía del Estado pues lo considera técnicamente incapacitado o éticamente deslegitimado para intervenir de la manera radical que una política igualitarista requeriría, bien porque sencillamente la igualdad social no casa con sus aspiraciones (posibilidad ilimitada de enriquecimiento, consumismo sin cortapisas, amplias opciones de incremento del patrimonio personal…). Así opinan los que conforman el imaginario económico colectivo en consonancia con el pensamiento del establishment financiero internacional y aunque simplistamente solemos identificarlos con la banca y el gran empresariado, hay toda una gran masa social de variada extracción que participa de ese mismo ideario. No creo que el actual gobierno, y qué decir del que casi con seguridad nos viene, vaya a osar poner en práctica una política fiscal que desaire a este sector, menos aun cuando parece que el propio gobierno empieza a estar contagiado de su diagnóstico sobre los males que padecemos y las recetas para sanarlos.
Pero aunque la propia sociedad manifestara de alguna manera su preferencia por un intervencionismo estatal más decidido, con una política fiscal verdaderamente progresiva y progresista, aunque algún gobierno llegara a convencerse sinceramente de que esta “revolución” es posible creo que es difícil que pudiera aplicarla con verdadera eficacia. Este país es el paraíso de los billetes de 500 euros, paradójica y sintomática peculiaridad que dice mucho de cómo funciona la actividad económica en España. Podrá llegar a fiscalizarse como se considere oportuno a los contribuyentes con más de 60.000 euros de ingresos declarados pero poco va a importar. Porque seguramente son muchos más los que con ingresos sensiblemente superiores a esa cifra figuran en las estadísticas de Hacienda como modestos contribuyentes que apenas ingresan lo que un sencillo asalariado, pese a que se les pueda ver llegar conduciendo un Audi a los aparcamientos de los restaurantes de lujo. No se trata solo de conseguir que 1.000 o 2.000 super-ricos cumplan con sus obligaciones fiscales (ahora incluso endurecidas). Esto es muy vistoso pero relativamente poco significativo para las arcas de un Estado que año tras año contempla impotente como un porcentaje importante de la población esconde una buena porción de sus ingresos para evitar tributar por los mismos. Y esto seguiría siendo así por mucho que Hacienda perfeccionara sus métodos de inspección, sencillamente porque la mentalidad social sigue considerando que es legítimo, porque no tenemos verdadero espíritu cívico colectivo, porque los que lo hacen piensan que realmente a nadie le perjudican y tienen sobrada justificación para hacerlo y además porque cualquiera que pudiera hacerlo lo haría.
Se ha dicho que en la crisis financiera tienen capital importancia los factores psicológicos, la confianza o la desconfianza con la que actúan y toman sus decisiones los agentes de la economía (las personas como consumidores o ahorradores, las entidades financieras, los inversores…). En la perpetuación de nuestros usos tributarios también tienen gran peso los factores psicológicos: sobre todo la pervivencia de una mentalidad poco proclive a la participación cívica que tiene mucho que ver con la falta de tradición democrática y con la persistencia de tics propios del período franquista. Contra esto, por muy buena voluntad que se tenga, es difícil luchar. Si además no se tiene voluntad…
+Info: sobre la propuesta del gobierno en El País y en El Confidencial

lunes, 17 de mayo de 2010

EL CIRCO SINDICAL VASCO


Como es bien sabido, el Gobierno Central ha propuesto una serie de medidas para ahorrar gasto entre las que se encuentra el tan comentado recorte y congelación de los salarios de los empleados públicos. Ante esta decisión, aun pendiente de concretarse y matizarse, UGT y CCOO han reaccionado convocando una huelga para el 8 de junio (inicialmente se había pensado en el día 2 pero finalmente se ha retrasado). No pretendo entrar ahora en si las medidas del gobierno son o no adecuadas ni en si la respuesta conveniente es una huelga en el sector público. Personalmente creo que Zapatero se ha dejado convencer muy rápidamente por las recetas del sistema financiero aunque también pienso que seguramente tenía poco margen de maniobra, toda vez que ya estamos metidos hasta las cejas en ese mismo sistema que es claramente el que impone las reglas del juego. Pero dejemos para otra vez las disquisiciones sobre esta cuestión, sobre la que no me siento capacitado para opinar con suficiente solvencia y originalidad, y vayamos a otros detalles colaterales. Como por ejemplo la pintoresca reacción de la autodenominada “mayoría sindical vasca”. Ya se ha hablado en otro lugar de este mismo blog sobre las peculiaridades a las que nos aboca nuestro sistema sindical, cada vez más politizado y pendiente de la cuestión nacional que de la reivindicación laboral stricto sensu. Ahora, ya casi sin causarle sorpresa a nadie, la coalición sindical abertzale (ELA, LAB, STEE y algún otro) ha convocado a sus huestes para el 25 de mayo, casi sin ni tan siquiera pararse a mirar lo que hacían sus “compañeros” de UGT Y CCOO, como si ya unos y otros hubieran asumido que viven en mundos diferentes. Y así de nuevo las soflamas se difunden hacia uno y otro lado del eje patriótico para que la audiencia, dramáticamente partida en dos, acoja la convocatoria que mejor se acomode a su espíritu nacional, vasco o español. Si uno se siente euskaldun por encima de todo, secundará la huelga el 25 de mayo, pero si su corazoncito se siente vinculado al resto de España (o hasta del estado español) parará el día 8 de junio.
A mayor abundamiento, hay que recordar que ese mismo día 25 de mayo los mismos sindicatos abertzales mantienen una convocatoria de huelga en la enseñanza pública de la que se han desvinculado UGT y CCOO. De nuevo los posicionamientos van a pasar por el eje identitario. Pero lo más llamativo de todo esto, dejando a un lado la envergadura de las razones que sustenten la convocatoria, es que la coincidencia de fechas no es inocente. Con esta jugada los sindicatos nacionalistas consiguen dos objetivos: uno, proporcionar un nuevo argumento (el recorte salarial de Zapatero) a los docentes que dudaran sobre si participar o no en una huelga que se planteó por otras cuestiones. Dos, maquillar con la participación del personal de la enseñanza (ahora movilizado por un abanico variado de razones) la eventual desmovilización del resto de los funcionarios.
Conclusión: los resortes que mueven la actividad de los sindicatos en este país (y señaladamente la de los sindicatos abertzales) tienen mucho más que ver con la escenificación del poderío sindical que con las razones expresas que supuestamente motivan las movilizaciones. En última instancia la verdadera tramoya de este circo está constituida por la maquinaria identitaria, que es en definitiva lo que mueve el mundo en este pequeño rincón de Europa que es Euskadi. Un asco, vamos.

+Info: la huelga del 8 de junio en El País, la convocatoria abertzale en el sector público (El Diario Vasco) y la huelga de la enseñanza según Gara

viernes, 23 de abril de 2010

A VUELTAS CON EL VELO EN LA ESCUELA : UNA ACLARACION

El texto precedente sobre el velo en las escuelas contiene seguramente las opiniones más inseguras que he vertido en este blog. Porque reconozco que las razones de los partidarios de permitir su uso en el aula son sólidas: respeto a la opción personal de la alumna, y en cualquier caso prevalencia del derecho a la educación sobre cualquier otra cosa. Muchos son lo que dicen que no debería hacerse demasiada sangre de esto, que al fin y al cabo quizás convenga pasarlo por alto pues el velo no deja de ser una simple prenda cuyo empleo no perjudica a nadie. Pero más allá del significado que el velo tenga para todas y cada de las niñas que lo usan lo que está en juego no es su derecho a vestirlo, ni mucho menos su derecho a practicar una religión o exhibir una determinada identidad cultural, cuestiones éstas a las que solo la derecha racista se opone abiertamente. No, en realidad lo que se debate es si las niñas musulmanas deben tener derecho a convertirse en una excepción a la norma que muchas escuelas públicas con sano y laico juicio se han impuesto: la de no exhibir simbología religiosa ni política, y la de guardar una etiqueta en cuanto a conducta y vestimenta. Estas normas deben atañer por igual a todos y si permitimos que en razón de creencias religiosas (esto es, por motivaciones expresamente transcendentes) sea permitida la excepción a la norma creo que estamos siendo víctimas de un chantaje moral. Por eso debemos dejar que las escuelas la apliquen con rigor y coherencia si así desean hacerlo, lo que no obsta para que si otras escuelas prefieren mantener una postura más laxa no tengan igual derecho a hacerlo, al menos mientras no exista legislación al respecto.
Hoy mismo aparece en El País una columna de Ángeles Espinosa, corresponsal del diario en Teherán, en la que defiende la libertad para vestir el hiyab en la escuela comparándolo con el caso de una monja con la que ella estudió el COU en su instituto. Creo que afortunadamente los tiempos han cambiado bastante desde entonces y hoy, ni a uno le obligan a cantar el "Cara el Sol" en la escuela (como a mi me pasó) ni a una niña le fuerzan a vestir la toca para acudir a clase. Pienso que los partidarios de tolerar el pañuelo no enfocan bien el problema y mezclan el rechazo al inmigrante y la intolerancia que sin duda anidan en la sociedad con la aplicación rigurosa y consecuente de un principio que ha tardado mucho en llegar a España y que ni tan siquiera se ha consolidado aun: la absoluta laicidad del espacio escolar, que debe permancer a salvo de la ostentación religiosa, política e ideológica. No creo que el problema esté en los occidentales que no acabamos de comprender el significado del velo (que sea cual sea, es inequivocamente religioso) sino en las familias musulmanas que son capaces de anteponer su modelo "espiritual" de indumentaria (para cuyo ejercicio disponen de todo el espacio privado y practicamente todo el espacio público) a la norma de conducta que rige en el espacio escolar. ¿Dónde está la intransigencia?
+Info: Un artículo en El País sobre el uso del velo entre las mujeres musulmanas.

jueves, 22 de abril de 2010

VELOS EN LAS ESCUELAS


De nuevo la polémica del velo islámico llega a las escuelas, esta vez en un instituto de Pozuelo de Alarcón. Como ha ocurrido en otras ocasiones los posicionamientos son imprecisos pues entran en conflicto el derecho a la educación (o el deber del Estado a garantizar la escolarización) y el principio de laicidad en el ámbito escolar de titularidad pública. Ante esta tesitura los únicos colectivos en los que parece que se impone el frente común son la derecha xenófoba, proclive a prohibir el uso del velo en cualquier circunstancia, y la población musulmana, obviamente partidaria de lo contrario. Entre unos y otros, y especialmente en el ámbito de la izquierda, las posturas son ambiguas: que si lo primero es garantizar la escolarización de los niños islámicos, que si no obstante la escuela pública debe de ser laica y por tanto no puede permitir la exhibición de símbolos religiosos,… Es en definitiva ésta una de esas cuestiones que hacen zozobrar a una izquierda que bascula entre su acreditada tradición laica y su retórica defensa del más débil, que en este contexto es la niña de origen inmigrante. Pero, ¿de verdad la prohibición del velo está poniendo en juego el ejercicio de derechos fundamentales? Para empezar hay que decir que los casos en los que se ha prohibido se ha hecho conforme a reglamentos internos de los centros que proscriben símbolos o vestimentas similares, con o sin significación religiosa. Fuera del ámbito escolar a nadie se le impide en este país exhibir los símbolos religiosos que le plazcan, ni desde luego practicar ninguna religión (mientras su práctica no atente contra los derechos de otras personas, claro). Por otra parte, se ha insistido en que además de un signo de contenido religioso el velo pone de manifiesto la sumisión de la mujer en la religión islámica, algo que obviamente no puede tener cabida en la escuela pública. Los defensores de la tolerancia en el ámbito escolar sostienen que esto no es cierto, que el velo es realmente irrelevante como símbolo de la sumisión femenina y que quienes lo visten lo hacen por lo general de manera voluntaria. Lo cierto es que tan irrelevante no puede ser cuando sus portadoras defienden con semejante ahínco su derecho a vestirlo. Vamos, que no lo conciben como una vulgar txapela que el maestro les obligara a quitarse por elemental educación, de lo cual cabe colegir que su contenido simbólico tiene elevada significación. En definitiva, más que meramente cultural el velo es un símbolo de índole “sagrada” (y contenido más que aparentemente discriminatorio, añadiría).
Visto todo lo anterior (la no existencia de discriminación religiosa, el carácter proselitista del velo y su contenido discriminatorio) creo que van quedando pocas razones para que si un centro escolar decide prohibirlo haya que impedírselo. Hacerlo apelando a la preservación del derecho a la educación del menor no es sino someterse a un chantaje moral que se ejerce amparándose en argumentos falsos. Porque la prohibición del velo en las aulas en ningún caso supone una transgresión del respeto a la identidad cultural, la tolerancia religiosa, o la libertad individual. Volviendo al principio, creo que la izquierda balbucea con este asunto, como ocurrió cuando las famosas viñetas de Mahoma publicadas en 2005 por un periódico danés. Resulta paradójico que sea la derecha reaccionaria la que defienda sin ambages el principio de laicidad (eso sí, más por xenofobia que por convencimiento laico) mientras la izquierda se pierde en argumentos ambiguos sobre lo difícil que es conciliar el derecho del individuo y la obligada laicidad de la escuela pública. Ahora bien, si algún día toca legislar sobre esto esperemos que entonces se haga con todas sus consecuencias, incluyendo una efectiva secularización del Estado a todos los niveles (en esto, como en otras cosas, los franceses siguen siendo el modelo a imitar).
P.S. Más sobre este tema en este mismo blog.
+Info: editorial de El País sobre esta cuestión.