domingo, 28 de noviembre de 2010

EL GRAN CLASICO

Madrid, 2015: se van a celebrar las primeras elecciones autonómicas post-Aguirre. Concurren como candidatos, por el Partido Popular, una madura Ana Botella que ha decidido quemar su último cartucho político gobernando la Comunidad; por el PSOE, Trinidad Jiménez, que tras dejar la cartera de exteriores se volcó en la pugna por conseguir lo que siempre había deseado, gobernar Madrid; y por el emergente  PC (no se asusten, no es un canto de sirena de los viejos comunistas, se trata del nuevo Partido del Corazón), la inefable candidata Belén Esteban, a la que las encuestas auguran un prometedor resultado. Tres candidatas (cómo ha evolucionado España, tres mujeres en liza) y una fecha, el último domingo de mayo, para dilucidar quién gobernará la Comunidad Autónoma madrileña. Sin embargo la última semana de campaña las proclamas de las aspirantes pasan desapercibidas, las ruedas de prensa apenas ocupan sitio en los telediarios, los mítines congregan escasos seguidores y el debate final emitido por la televisión autonómica, con las tres políticas en el plató, cosecha una raquítica audiencia. Nadie parece interesarse por la contienda electoral, empezando por unos medios que le prestan nula atención. ¿Qué ocurre? No hay más que pararse a ver un noticiero televisivo, de cualquier cadena y a cualquier hora, pues todos tienen consagrado su espacio a una única noticia, un evento en ciernes que parece concitar unívocamente la atención de todos los espectadores, locales, regionales, nacionales y hasta mundiales: el gran clásico del fútbol español, el Madrid-Barça que coincide con el día de las elecciones. Todo lo demás se ventila en unos minutos, pues las noticias relativas al encuentro ocupan el meollo de todos los medios informativos, sean impresos, radiofónicos o televisivos: el precio de las entradas, las posibles alineaciones, el menú de los jugadores el día del partido, la marca de las chocolatinas que devora Mourinho en el banquillo (¡cinco años en el Madrid!), el color de las colchas de las habitaciones en las que pernoctará la expedición barcelonista y hasta el tipo de calzoncillos (bóxer o slip) que predomina entre la plantilla futbolística del Bernabéu. Todo importa, todo interesa. Es el clásico, un evento mundial.
Repentinamente, dos días antes del partido, las autoridades toman una drástica decisión. Puesto que el encuentro coincide con los comicios y para evitar que esta circunstancia perjudique a la participación electoral se estipula un cambio de fecha: las elecciones se trasladan al lunes siguiente al día del partido. La medida se adopta con el consentimiento de las directivas del F.C. Barcelona y del Real Madrid, a las que obviamente se ha consultado su parecer, y de la cadena televisiva que emitirá el acontecimiento. Tan pronto se conoce la noticia, los aficionados aplauden la decisión, los medios la elogian y los partidos políticos respiran tranquilos, satisfechos de que por una vez se haya actuado con sensatez.
Epílogo: por si alguien no ha captado la ironía hay que recordar que durante estas últimas semanas (volvamos al presente, noviembre de 2010) radios, periódicos y sobre todo televisiones llevan dedicando innumerables páginas y horas de emisión al partido que enfrentará a Barça y Madrid el lunes 29 de noviembre. No es que el evento carezca de interés, al menos para los seguidores de estos equipos, pero la desproporción del caudal mediático generado es astragante. Y seguramente a una importante parte de la audiencia no solo se le está cansando sino también escatimando otras noticias cuyo espacio ocupa este omnipresente y fagocitante partido. O sea que, como tantas veces, la noticia la crean o al menos la “dimensionan” los medios, independientemente de la verdadera dimensión social de la misma. En el caso que nos ocupa, después de las últimas novedades sobre el reparto de los derechos televisivos futbolísticos, esta atención desmedida se nos figura como las arras que intercambian los mass media y los clubes poderosos en su particular matrimonio de conveniencia.
+Info: un reciente artículo de David Trueba en El País sobre la relación televisión-fútbol.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

RACIONALISMO

Cuando era joven (bueno, mi padre me corregiría, “cuando era más joven”) solía gastar el tiempo con un amigo recopilando fachadas, portales y otros detalles arquitectónicos en un Bilbao Pre-Guggenheim que ya entonces nos parecía mucho más surtido de edificios interesantes de lo que su fama de ciudad fea y gris permitiría colegir. ¿Bilbao fea? Bueno, si la comparabas con Donostia y su postal del marco incomparable puede que sí, pero si paseabas atento por el Ensanche y el Casco Viejo resulta que la ciudad no era más fea que la mayoría de las ciudades españolas, incluso resultaba más agraciada que buena parte de ellas. Y eso con la ría todavía hecha un lodazal escoltado por ruinas industriales y sin ese catálogo de construcciones Pritzker que ahora se reflejan en la lámina de agua del Nervión. Del surtido de edificios interesantes nos llamaban la atención de un modo especial los ejemplares racionalistas de los años 30-40 del siglo XX, tan abundantes en Bilbao. Leo ahora que el director de cine Javier Rebollo va a presentar en el festival Zinebi (de cortos y cine documental) una película sobre la arquitectura racionalista en Euskadi. Me gusta la noticia, pues aunque seguramente el documental pasará desapercibido al menos momentáneamente muchos serán conscientes (algunos por primera vez en su vida) del patrimonio arquitectónico que tenemos sin darnos cuenta delante de nuestras narices. Seguramente la arquitectura racionalista es la que mejor refleja la idiosincrasia estética bilbaína y, con permiso del Guggenheim (un icono emblemático y como tal una excepción), el repertorio de edificios racionalistas es la imagen más particular y específica de Bilbao, casi una seña de identidad que la diferencia de otras ciudades. Por eso deberían protegerse, mimarse, cuidarlos y evitar que se pierdan. Como seguro que va a ocurrir pronto con el viejo edificio del RAG, donde con suerte se levantará la enésima fachada epatante cuando no un nuevo pastiche historicista que “se integre con los edificios colindantes”. Está muy bien la nueva arquitectura contemporánea de Bilbao, hace moderna la ciudad, pero 80 años atrás también la hicieron moderna La Equititiva, La Aurora Polar, el "rascacielos" de Bailén… y el Garaje RAG cuyo derribo se autorizará en cuanto la coyuntura inmobiliaria lo aconseje. Pues eso, un ejemplo más de que las instituciones son sostenibles solo cuando les conviene sostener (lo cual, éticamente, no se sostiene).
+ Info en El Correo

miércoles, 17 de noviembre de 2010

ALICIA CROFT

El chaval, un púber de apenas doce años, mueve compulsivamente el mando de su Wii apuntando a la gran pantalla plana del televisor, 42 pulgadas nada menos. En la pantalla, una patera petada de histriónicos hombrecillos oscuros intenta evitar los zambombazos que le llueven por doquier. Cuando acabe con la patera el chico deberá enfrentarse a un violento grupo de manifestantes independentistas y antisistema que amenazan con provocar severos desórdenes en el centro de Barcelona. La heroína del videojuego podría ser Alicia Croft, el último icono mediático del Partido Popular en la campaña electoral catalana. No vamos a entrar en el transfondo ideológico que conlleva “jugar” a la eliminación física de inmigrantes e independentistas, por muy metafórico que se pretenda el mensaje. Lo verdaderamente llamativo es que este artificio publicitario se inserte en una campaña electoral. Así que una de dos: o los responsables de comunicación del PP en Cataluña son unos incompetentes por no prever que semejante idea puede volverse contra la heroína-candidata, Alicia Sánchez-Camacho “Croft”; o bien la maniobra tiene intenciones más sibilinas y lo único que se pretende es generar agitación en torno a la cuestión de la inmigración, un tema muy sensible en Cataluña (acordémonos del reciente asunto de los rumanos en Badalona). Así, aun a sabiendas de que el videojuego iba a suscitar controversia (al parecer ya se han cambiado los “inmigrantes ilegales” por las “mafias ilegales”) el PP consigue a muy bajo coste decir lo que muchos potenciales votantes quieren oír pero un partido que se quiere moderado no puede proclamar en voz alta: mano dura con la inmigración. Al loro porque este tema cada vez va a contaminar más y más la vida política y nuestra convivencia social.
+Info: en Público y en ABC