miércoles, 30 de diciembre de 2009

BARRIO RICO, VECINO POBRE: INDIGENTES EN AIETE


Supongo que en otras ciudades pasa lo mismo, pero en la mía intuyo que de una manera especialmente acusada: a los vecinos de los barrios selectos no solo no les gusta que se les plante “chusma” cerca de sus casas sino que además lo dicen alto y claro, con poco disimulo y sin la menor corrección política. Recientemente el Ayuntamiento de San Sebastián ha anunciado la construcción de un centro de acogida para personas en situación de exclusión social gestionado por la Fundación Emaús en el exclusivo barrio de Aiete. Los vecinos de la zona se han apresurado a recoger firmas contra la apertura de semejante infraestructura en un entorno tan elegante, y sus argumentos son de agárrate que hay curva: que si es una zona residencial habitada por familias con niños, que si el plan general de la ciudad califica el área como “ciudad jardín”, que si (como no), mejor dedicar la parcela a otros equipamientos necesarios para el barrio (parece ser que el hotel abierto hace pocos años no escatimó ningún equipamiento). Como si otros barrios de la ciudad no fueran también zonas residenciales, ni estuvieran habitados por familias y niños, ni tuvieran el mismo derecho a su porción de jardín (aun sin ser flamantes ciudades jardín), ni, en fin, sufrieran carencias de equipamientos comparables a las del aquejumbrado Aiete… Es evidente que a casi nadie le agrada tener cerca de casa instalaciones frecuentadas por personas del mundo marginal, pero tampoco gustan los tanatorios, las discotecas, las cárceles y comisarías, y no digamos las fábricas humeantes, las autopistas y las vías de ferrocarril que circundan tantos y tantos barrios de nuestras ciudades. Lo cierto es que en nuestras tan mal planificadas urbes no nos queda más remedio que lidiar con alguno de estos inconvenientes cerca y puestos a pensarlo detenidamente casi lo menos malo es un centro de acogida como el que se prevé abrir en Aiete. Se ve que los vecinos de este barrio, hasta ahora al menos, ignoraban que a casi todos los urbanitas suelen tocarnos pequeñas molestias a cambio de disponer de un abanico de servicios amplio y diverso. Pero claro, lo mejor para ellos es que se dispersen por la herrumbrosa periferia los equipamientos más molestos para exonerar a los flamantes barrios jardín de las servidumbres que la vida urbana conlleva: ¡con la pasta que han pagado por sus duplex no les vas a plantar ahora puerta con puerta un tugurio para frikis!
+Info: la noticia en el Diario Vasco

lunes, 21 de diciembre de 2009

EMPLEADAS DE HOGAR


La vida nos da múltiples ocasiones para comprobar la doble moral que todos en cierta medida practicamos. El comportamiento que algunos mantienen en relación con los servicios domésticos es una de esas facetas de nuestro mundo en la que más de uno y más de dos “revolucionarios verbales” se olvidan de ser consecuentes y dejan de aplicarse a sí mismos el cuento que para otros exigen: lo que viene siendo doble moral, vamos. Lo cuento porque ahora parece que el gobierno se está planteando una tímida modificación de las condiciones por las que se rige la relación laboral entre las empleadas de hogar (bueno, algún empleado habrá) y los hogares contratantes. La normativa todavía vigente para este tipo de contratos mantiene residuos de índole casi servil, como la posibilidad de que el empleador detraiga hasta un 45% de la retribución de la empleada en concepto de manutención y alojamiento, aunque la condición de vivir y comer en su casa la imponga el propio empleador. Esta y otras condiciones demuestran que el trabajo en el hogar es considerado un empleo de baja categoría, casi un subempleo, cuando resulta que es un sector estratégico del que en buena medida depende la vida cotidiana de millones de familias con niños pequeños, ancianos y personas enfermas o minusválidas. Es justo por tanto que las condiciones laborales de las empleadas de hogar se equiparen a las del resto de los trabajadores por cuenta ajena. Lo que ocurre es que la aplicación de la norma necesariamente va a destapar miles de casos de subempleo encubierto: empleadas por las que no se cotiza a la Seguridad Social, con menos vacaciones de las reglamentarias, con salarios que no alcanzan el mínimo legal o incluso, seguramente, casos de semi-esclvitud en los que el acogimiento en una casa lleva implícitas condiciones más bien propias de la servidumbre decimonónica al estilo de aquella serie inglesa, “Arriba y abajo”. Lo paradójico, y por eso empezaba hablando de la doble moral, es que muchas veces los empleadores son personas de ideas supuestamente progresistas, al menos de boquilla, a las que les “duele” la explotación ajena, aunque parece que les duele aun más rascarse el bolsillo para pagar justamente un servicio que necesitan (claro, es que igual en caso contrario tendrían que renunciar a sus escapadas para esquiar…).
+Info: la propuesta del gobierno tal y como la cuenta El País

viernes, 18 de diciembre de 2009

BODAS MEDIATICAS


Si alguien aun creía que existen grupos de comunicación “independientes”, con la fusión de Cuatro y Telecinco ya tiene un nuevo motivo para replanteárselo. No por anunciado deja de ser sorprendente el matrimonio entre la cadena de las mamaciccio y la tele-qualité del grupo PRISA. Es verdad que los grupos de comunicación se guían por el criterio de la máxima rentabilidad, lo que explica movimientos empresariales como éste. Desde el plano de las audiencias también es verdad que todas las televisiones luchan por los mismos segmentos, especialmente el codiciado sector joven-urbano de clase media que se supone consume mucho y, cada vez más, da la espalda a la televisión. Así que desde el punto de vista de la gestión del negocio, especialmente ahora que TVE se sale del mercado publicitario, es posible que la fusión sea una maniobra inteligente y produzca, como les gusta decir a los líderes empresariales, “efectos sinérgicos”. Por otro lado, las televisiones son hoy más herramientas de entretenimiento que medios de información y en la primera de estas facetas es poco probable (aunque no imposible) que la fusión repercuta en la ya mediocre calidad del producto televisivo. Pero sí cabe pensar que esta nueva situación acarree consecuencias en la política editorial de los medios implicados: ¿cómo? Cuatro, como todo el grupo PRISA, ha sido de siempre una cadena bien recibida en Ferraz (salvo cuando les tocaban las cartolas con las emisiones deportivas). En cuanto a Telecinco, nunca se ha destacado por un compromiso claro con el arco político español aunque desde luego no es un medio que pueda presumir de tocarle las narices al poder (recuérdese el abrupto final del primer “Caiga quién caiga”, el de Wyoming). Lo más interesante de todo va a ser comprobar cómo un medio supuestamente “de izquierdas”, tácitamente comprometido con un socialismo institucional y moderado, pero al fin y a la postre nominalmente progresista, adapta su mensaje a las consignas que a su nueva esposa le llegan desde los despachos berlusconianos. No es que uno tuviera depositadas grandes esperanzas en la credibilidad de los telediarios “prisistas” (al margen de algunos buenos trabajos de reporterismo) pero habrá que ver cómo se las apaña Gabilondo para informar de la próxima fantochada del ínclito primer ministro italiano. Y atención, porque detrás vienen la Sexta y Antena 3 en expreso matrimonio de conveniencia.
+ Info: la noticia del pacto entre PRISA y Mediaset (Telecinco) en El Correo

viernes, 28 de agosto de 2009

MODELOS GORDAS


Uno no acaba de dar crédito cada vez que ocurre algo así, pero de nuevo está pasando. Resulta que una revista de moda publica la foto de una chica normal semidesnuda y se arma la gran polémica. La modelo Lizzie Miller ha aparecido luciendo su opulencia de 80 kilogramos en la revista Glamour, al parecer una publicación chic en los USA. Obviamente su imagen desentona con los cánones habituales en las revistas del gremio, más proclives a la línea recta que a la exhibición de curvas tizianescas. Pasó algo parecido hace un par de años, cuando otra joven modelo de cuyo nombre no me acuerdo y de parecidas proporciones físicas asombró en la muy mediática y canónica pasarela de Milán, lo que la convirtió en la noticia más comentada de aquella edición del certamen. Y volverá a pasar la siguiente ocasión en que los medios detecten la intrusión de curvas en el anguloso universo de las top más “fashion”. Lo curioso del asunto es que la sujeta, lejos de estar gorda, presenta una imagen atractiva y saludable en la que seguramente se ven reflejadas muchas mujeres. Pero esa imagen no es canónica y por consiguiente suscita entre numerosas jóvenes un rechazo inversamente proporcional al atractivo que sugiere a tantísimos hombres (oteando la cuestión desde la perspectiva de la sexualidad, que al fin y a la postre es la que más cuenta en esto del aspecto físico). Lo que pone de manifiesto que el canon de belleza no es unívoco y que su manipulación comercial por parte del mundo de la moda está produciendo una nefasta perversión cuyas consecuencias extremas más notorias son la proliferación de casos de bulimia y anorexia entre las adolescentes.
Ya sé que no se puede imputar al nebuloso complejo industrial de la moda la responsabilidad de la extensión de una enfermedad, al fin y a la postre la anorexia y la bulimia son desequilibrios en los que intervienen numerosos factores psicosociales. Pero el fenómeno está ahí, revelando las complejas consecuencias que producen en el individuo contemporáneo la saturación mediática y la expansión de la información icónica y visual. No es ya que la imagen ocupe un lugar en nuestras vidas, es que los modelos nos acechan por doquier proponiendo en ocasiones imágenes contradictorias: el exceso pectoral de las actrices porno frente al aspecto anémico de muchas modelos de moda. El canon de la belleza femenina ha permanecido más o menos estable en Occidente durante siglos, de la Venus de Willendorf a las voluminosas mujeres de Tamara de Lempicka, pasando por Rubens o Tiziano y parece apegado a la preferencia sexual mayoritaria de los varones (o de algunas mujeres, como la propia Tamara). Ahora, ya entrado el siglo XXI, el canon no es unívoco y particularmente el que propone el mundo de la moda es sustancialmente distinto del que ha predominado. El apoyo que le ofrecen la multiplicación de los vehículos de acceso a la información visual junto al prestigio moral y estético que lo contraponen al modelo supuestamente más chabacano y vulgar del porno (otra incontestable referencia icónica) le otorgan una ventaja para erigirse como el modelo estándar de la belleza y el buen gusto. De manera que cualquier mujer personaje público cuyas proporciones se desvíen levemente del canon vigente es tenida como “opulenta”, curvilínea: valgan ejemplos como Monica Bellucci o la mismísima Penélope Cruz, hembras ambas de una dimensión más que normal. En definitiva, con la estrecha colaboración de los medios de comunicación se está produciendo una extraña perversión del gusto que aboca a muchas mujeres a una incomprensible y permanente insatisfacción con su imagen. Yo pienso que es un aspecto más de este mundo ñoño en que vivimos.
P.S. Por cierto, el índice de masa corporal (la proporción entre peso y estatura) de la tal Lizzie Miller no llega a 25 con lo cual ni tan siquiera tiene ese ligero sobrepeso que lucen millones de mujeres a las que casi todos los hombres heterosexuales tendríamos por auténticos pivones.
+ Info: La noticia del "escándalo de los michelines" en El País

lunes, 25 de mayo de 2009

21 DE MAYO, HUELGA EN EUSKADI


No es pretensión de esta columna, de tan limitada difusión, analizar pormenorizadamente los motivos y las condiciones en las que se desarrolló la huelga del pasado 21 de mayo en el País Vasco y Navarra, un episodio más en la larga historia de nuestro “hecho diferencial”. Para quién quiera opiniones solventes y atinadas sobre porqué acabó celebrándose pueden valer los artículos que han publicado Kepa Aulestia en El Correo (1) o Emilio Alfaro en El País (2) y (3). Yo coincido plenamente con ellos en una cuestión: detrás de la convocatoria y más allá de los motivos esgrimidos se encuentra la voluntad de exhibir el poderío sindical por parte de ELA. Otro asunto profusamente traído durante estos días es el carácter político de la convocatoria: por mucho que los sindicatos se empeñen en desvincularla de la elección de un lehendakari no nacionalista, a buena parte de la población no se le quita la mosca de detrás de la oreja. Y ello porque, como ocurre en la política, el eje patriótico es el que verdaderamente vertebra la actividad sindical. Estas dos cuestiones (la falta de un motivo “tangible” y la instrumentalización política de signo soberanista) explican en buena medida el fracaso de una huelga que, por mucho que sus convocantes se empeñen de soslayarlo, ha quedado muy lejos de sus expectativas.
Aquí me gustaría comentar algo más extensamente otros dos aspectos del desarrollo de esta huelga. Primero, el peligro que para sindicatos hasta ahora desvinculados de los métodos coercitivos que suele utilizar la izquierda abertzale en sus convocatorias puede suponer arrimarse a quienes no dudan en la amenaza mafiosa para paralizar el país. Ya sabemos que es usual en todo tipo de huelgas recurrir a piquetes intimidatorios, pero la perfección del sistema de amedrentamiento que en muchos barrios y pueblos ha alcanzado la izquierda abertzale es proverbial y se ha vuelto a poner de manifiesto en esta huelga, al menos en algunos lugares del país. En este sentido, pese a que el miedo es libre, no deja de sorprenderme la naturalidad con la que la población acepta que comercios, hostelería y en general negocios a pie de calle cierren “por cojones”, sin importar la voluntad de quienes en ellos trabajan. Y sobre todo no puedo dar crédito de la satisfacción con la que los convocantes contemplan esa alteración de la vida ciudadana que, ellos lo saben bien, es fruto exclusivo del amedrentamiento. Aquí está visto que el fin justifica los medios y esa visualización de paralización de la vida cotidiana que se escenifica en muchos barrios y pueblos al parecer merece la pena por muy coercitiva que se sepa. Prestarse a ese juego por parte de quienes siempre han rechazado expresamente el uso de la violencia (ELA, STEE, etc.) es peligroso y puede volverse contra ellos perjudicando su imagen pública.
Otra segunda cuestión es el tratamiento informativo de la televisión pública vasca. Una cosa es que los trabajadores de EITB se posicionaran mayoritariamente a favor de la huelga, y otra muy distinta que una televisión pública ofrezca en su informativo de la noche un auténtico publirreportaje de la huelga acompañado de sentidos comentarios sobre la valentía y solidaridad que han demostrado los seguidores de la convocatoria. Sinceramente, me llegó al alma la encendida glosa de un periodista que vino a decir que solo el comprensible miedo a perder su trabajo explica que muchos trabajadores no hubieran secundado la huelga. Puede que en ciertos casos fuera así pero no me cabe duda de que aun mayor fue el número de personas que no pudo trabajar porque los piquetes se lo impidieron, cuestión sobre la que curiosamente la televisión pública pasó por encima. No es de recibo que la televisión de todos informe con simpatía manifiesta hacia una parte, especialmente cuando en el caso que nos ocupa (la huelga del 21-M) la propia convocatoria era parcial (solo nacionalista) y el seguimiento, como se ha visto, muy limitado, mucho más seguramente de lo que ciertos periodistas de la EITB deseaban. En las actuales circunstancias de cambio de gobierno, lo que seguramente comportará algún tipo de reorientación editorial, persistir en ese tratamiento informativo sesgado que el ente público ha mantenido durante décadas parece un canto de sirena al más puro estilo “Urdaci” en los últimos tiempos de la TVE del PP.
Mención aparte merece la muy comentada y ridícula actitud de Eusko Alkartasuna, cuya cúpula apoyó la convocatoria. Curioso que el partido que ocupa el departamento de hacienda en la Diputación de Gipuzkoa y que ha dirigido el de empleo en el Gobierno Vasco hasta hace solo unas semanas dé cobertura a una huelga convocada, entre otros motivos expresos, por las políticas fiscales y de empleo. Ya veremos qué factura le pasa esta última fantochada a una formación que está al borde de su desaparición. Por lo demás solo me gustaría añadir que trasladar a la calle convocatorias frentistas es peligroso y fomenta el riesgo de la confrontación civil. Digan lo que digan los sindicatos huelguistas, esta convocatoria iba tanto contra los gobiernos y la patronal (un motivo aunque vago expreso) como contra los sindicatos excluidos (esto no se dijo, por supuesto), quizás como prolegómeno a un nuevo proceso al estilo de Lizarra tan ansiado por no pocos nacionalistas. Y si eso no es frentismo… Esta traslación a la calle de la confrontación política lleva décadas practicándola la izquierda abertzale “auténtica”, pero de momento otras organizaciones sociales del ámbito nacionalista no habían entrado en ese peligroso juego, al menos no con tanta contundencia. Esperemos que la presencia en Lakua de un gobierno socialista no abone esta arriesgada deriva en el mundo de las organizaciones abertzales no violentas. Por el momento y afortunadamente, la población en general suele mostrar mucho más temple del que desprenden las soflamas de los líderes políticos y sindicales.
+ Info: valoración de la huelga por parte de ELA (por lo que repecta a mi empresa doy fe de que los datos son una fantochada, así que mírense en general con cautela). La noticia el día siguiente en Público y en Gara.

jueves, 16 de abril de 2009

LOS LIBROS ELECTRONICOS Y SUS LECTORES


Aunque parece que de momento vivimos una cierta confusión sobre su futuro desarrollo, es un hecho incuestionable que por fin ha llegado el libro electrónico con ánimo de quedarse. ¿Significará esto que en menor o mayor plazo acabará por desaparecer el libro impreso o, cuando menos, se convertirá en un soporte minoritario, residual incluso, para la transmisión de la cultura escrita? Yo pienso que no, con firme convencimiento, aunque sé que la prospectiva en esto de la evolución tecnológica es un terreno pantanoso. Pero el libro es antes que nada un hecho cultural e intelectual con un fuerte arraigo sentimental y serán necesarias al menos una o dos generaciones para que las cosas cambien sustancialmente. Vayamos por partes.
La defunción del libro tal y como lo conocemos viene pregonándose desde hace ya más de una década, especialmente desde que la consolidación de Internet ha servido para facilitar una difusión de la información, la cultura, la ciencia y el conocimiento mucho más dinámica de la que hasta entonces permitía la imprenta. Este hecho se ha dejado notar en ámbitos diversos de la cultura escrita, dando paso a un imparable proceso de sustitución de la edición en papel por el acceso on line. Así, la comunicación científica no es igual desde que los grandes editores asumieron que las revistas académicas debían editarse en la red y hoy son ya pocos los investigadores que siguen usando las versiones impresas para leer los aun llamados “papers” científicos. Igualmente los periódicos han revolucionado la forma de leer la prensa mediante sus ediciones digitales que incorporan numerosos añadidos imposibles para una edición en papel, además de una actualización de la información permanente que les permite por fin competir con la radio y la televisión en aquel aspecto (la inmediatez de la transmisión de las noticias) en el que hasta hace poco tenían una evidente desventaja. Internet ha desbancado también al papel, o lleva camino de hacerlo, en el ámbito de la información de referencia o la consulta de datos: Wikipedia ha sustituido en la práctica a las ya vetustas enciclopedias que ocupaban varios metros en las estanterías domésticas y algo parecido ocurre con casi toda las fuentes de consulta que usamos con más frecuencia: diccionarios de idiomas, datos estadísticos, hasta la información sobre cuestiones tan delicadas como la salud se busca antes en la red que en los clásicos manuales al estilo de “El Dr. Responde”.
Cabía pues suponer que tras las revistas, los periódicos y las obras de consulta también le llegaría el turno al libro de lectura secuencial, es decir aquel que leemos página tras página de principio a fin: los ensayos, las novelas, y también las monografías científicas y los manuales docentes, dos tipos de libros estos últimos cuya presencia en la red se ha venido incrementando últimamente, quizás precisamente porque se prestan a una lectura menos secuencial y más intermitente (por ejemplo, podemos precisar sólo un capítulo concreto en cada momento, para lo cual el acceso on line es cómodo y efectivo, además de proporcionar las ventajas del hiperenlace que pone en relación las distintas partes del texto). Aunque ciertos autores de best sellers (como el mismísimo Stephen King) ya habían puesto alguna de sus obras en Internet, sabedores seguramente de que más que restarles ventas esa decisión les daría aun más repercusión, no parecía sin embargo que la pantalla de un ordenador convencional y ni tan siquiera una PDA fueran serios rivales para un objeto como el libro, manejable, agradable al tacto y a la vista y que en buena medida usamos por placer.
Pero la reciente aparición de nuevos dispositivos como el Kindle de Amazon hace por primera vez pensar que puede haber una alternativa amigable a la lectura en papel de novelas, ensayos y libros académicos. No es fácil pronosticar el futuro de este tipo de dispositivos, lo que equivaldría a hablar consecuentemente del futuro de la imprenta y de la cultura escrita en general. Las librerías convencionales los miran con recelo, pues presumiblemente una vez adquirido el aparato el eventual lector deja de ser un cliente y en adelante es de suponer que descargará los contenidos desde una librería virtual. También es cautelosa la actitud de los editores, plantados ante una novedad que de prosperar les obligará a una importante modificación en la forma de difundir sus productos. Obviamente los geeks, los fans de la tecnología digital, los han acogido con enorme alborozo, lo mismo que en general los aficionados a lo novedoso sin más. La clave de su futuro y por tanto la clave del futuro de la imprenta se haya en la penetración que el nuevo modelo de lectura encuentre en los distintos segmentos de lectores que componen el universo lector. De entrada hay que recordar que éste representa sólo una porción limitada de la población total: según el último Estudio sobre hábitos de lectura en España (2008), lee algo más del 50%, y tan solo un 40 % compra libros (dejando aparte los libros de texto escolares). Esta encuesta periódica revela, de manera continuada, que los mayores lectores son los niños (sobre todo si son hijos de padres lectores) y que la población lectora se concentra en las zonas urbanas y entre el segmento con estudios universitarios. Los libros más leídos son best sellers del tipo El código Da Vinci o Los pilares de la tierra.
Pero hay que leer entre líneas para percatarse de que es una pequeña parte de la población, es decir aquella que lee más de 12 libros al año, la que concentra el mayor “consumo lector”. Así que los estudios confirman lo que ya sospechábamos: la población lectora (que es la que compra libros con asiduidad) supone en torno a un 14 % del total y ahí es donde cobra significado la eventual penetración del Kindle, el Sony Reader y otros gadgets del estilo. Porque, vamos a ver: ¿para qué narices quiere el aparatito una persona adulta que lee 4 o 5 libros al año? Yo pienso que no por ahorrar dinero (es probable que se los regalen o que los lleve en préstamo de cualquier biblioteca), menos aun por ahorrar espacio (uno de los argumentos que defienden los defensores de los dispositivos para e-books). Si en la memoria interna de un lector modesto vienen a caber en torno a 100 libros (aunque los hay de mucha mayor capacidad y además se pueden acoplar memorias externas) a muchas personas les bastaría con un dispositivo para almacenar todo su historial lector (y eso sin borrar nada). El lema bien podría ser “Ponga un Kindle en su vida” (porque así va a ser, “un Kindle, uno”, para toda la vida). La clave está en la actitud de los verdaderos lectores, a los que les pueda compensar un dispositivo que les permite almacenar numerosos títulos sin merma de espacio físico y con numerosos valores añadidos (entre otros, la posibilidad de descargar nuevos títulos gratuitamente o a bajo precio).
Las ventajas de los e-books son notorias: el mencionado ahorro de espacio (se puede almacenar toda una biblioteca en un dispositivo más unas cuantas tarjetas de memoria adicionales), la portabilidad, la reducción del desgaste ecológico que comportaría imprimir menos ejemplares, el precio al que se pueden obtener los textos (a menudo gratuitamente a través de las diversas bibliotecas digitales existentes en Internet), funciones añadidas como la inserción de notas, búsquedas en los textos guardados e incluso acceso por Internet a recursos externos (como la Wikipedia en el Kindle). En definitiva, lo que ya ofrece cualquier ordenador trasladado a un formato más pequeño y amigable para la lectura. Todo esto está muy bien, pero ¿a quién va dirigido? ¿Quién posee o necesita una biblioteca de cientos de libros, de los cuales anualmente utiliza varias decenas? Y sobre todo, ¿hasta que punto para este tipo de lector el e-book llegará a sustituir el uso de libros impresos? Yo pienso que los grandes beneficiarios del e-book pueden ser la población estudiantil y docente (en todos sus niveles, de la primaria a la universitaria) y junto a ellos un sector de la población bastante limitado de consumo lector alto (profesionales, urbanitas, culturetas de diversa condición, muchas muejeres de mediana edad y no pocos jubilados inquietos con tiempo para leer). En definitiva el universo “gran lector”, pues para el resto de la población no le acabo de encontrar significado más allá de la satisfacción de un capricho. Pero pienso también que entre esa gente “gran lectora” el libro en papel va a mantener un arraigo sostenido que perdurará al menos unas cuantas décadas.
El e-book es un gadget pero su función no se parece nada a la de un MP4 o un IPod, una PDA, un móvil de última generación o cualquier otro de esos aparatos que fascinan inmediatamente a los geeks: su finalidad principal es proporcionar información textual (frente a lo audiovisual de un Ipod o un MP4) para uso individual (frente al uso comunicativo de los IPhone o las Blackberry). Seguro que los seguidores de todas estas tecnologías observarán con interés el desarrollo de los Kindle y compañía, pero no es a ellos a quienes van dirigidos estos nuevos dispositivos. No quiero decir que un fanático de la tecnología no pueda ser al mismo tiempo un gran lector, por supuesto que habrá muchos individuos que aúnen ambas condiciones y éstos seguro que ya llevan sus e-books en los bolsillos. Pero el universo lector sólo coincide en parte con el universo geek y de hecho sospecho que la intersección es relativamente pequeña; es más, sospecho también que el universo lector es en una proporción no dedeñable bastante resistente a las revoluciones tecnológicas. Por eso mantengo que el libro en papel va a permanecer durante las próximas décadas (y quién sabe si mucho más allá), porque aquella parte de la población para la que tienen sentido los nuevos dispositivos va a tardar un tiempo en digerir su necesidad de una manera generalizada. Quizás hasta el momento se hayan vendido muchos Kindle y quizás se vendan muchos más en los próximos años, pero ¿verdaderamente los están comprando personas que al adquirirlos dejan de comprar libros? ¿Cuántos de aquellos que ahora gastan 1000 euros al año en libros va a dejar de hacerlo porque todo lo que habría comprado en papel ahora se lo descarga en el Kindle? Algunos habrá, muchos quizá, y cada vez serán (o seremos) más. Pero sigo sospechando que al menos por el momento muchos otros lectores van a preferir recorrer los anaqueles de su librería favorita hojeando volúmenes impresos antes que husmear el “Search inside this book” de Amazon para decidir una descarga.

martes, 17 de febrero de 2009

LA IZQUIERDA ABERTZALE FUERA DEL PARLAMENTO VASCO

Gane quién gane las próximas elecciones autonómicas, la principal y ya segura novedad con que contará el nuevo Parlamento autonómico después del 1 de marzo es la ausencia de la izquierda abertzale proetarra. Sí, así dicho, con esa expresión que ya sé que suena contundente y para algunos manipuladora. Pero es que es la pura verdad. Pura, tozuda y triste verdad. Como muy bien se encarga de recordar la mera existencia de Aralar hay también una izquierda abertzale (socialista, independentista) que no es proetarra. Esa sí estará en el Parlamento, o al menos tendrá la oportunidad de ganarse su presencia por medio de los votos. Pero la otra no, pese a que seguramente es la que más seguidores congrega. Esta vez la Ley de partidos y la tenacidad de Garzón han conseguido que por primera vez el Parlamento de Vitoria se quede sin escaños proetarras. Hay dos formas de enfocar esta nueva tesitura: o bien enfurecerse, indignarse, rasgarse las vestiduras porque una porción importante de la población vasca va a ver escatimada su posibilidad de estar representada en el Parlamento. O bien alegrarse porque por fin los que admiten que es lícito el uso de la violencia e incluso el asesinato contra el adversario político van a perder la tribuna que se les ofrecía desde el propio sistema que “el brazo armado” combate. Pienso que la mayoría de la población vasca tenemos ocasiones para mostrar al menos comprensión con ambos enfoques. Quiero decir, que alternativamente muchos miles de vascos podemos pensar (al menos como un constructo teórico) que todas las ideas políticas merecen representación parlamentaria y que por tanto, por muy deleznables que nos parezcan a veces sus posturas, Batasuna/D3M/Askatasuna o cualquiera de sus heterónimos han de tener lugar en la Cámara legislativa. Y al mismo tiempo esos mismos miles de vascos podemos pensar que no es lícito que un grupo político que de manera implícita brinda cobertura a una banda de asesinos merezca sentarse silla con silla con aquellos a los que dicha banda amenaza o incluso mata. Derecho (y política) o ética (y moral). El Estado, que no puede actuar apelando a meras consideraciones éticas, ha decidido que D3M/Askatasuna también es ETA, que el “brazo político” y la “banda terrorista” son una misma cosa (forman parte de un “mismo entramado”) y por razones jurídicas ha estimado que el brazo político debe ser ilegal. En principio el argumento jurídico puede parecer discutible pero hay una razón por la cual muchos no nos vamos a molestar en ponerle pegas: la cuestión ética. Esto por si mismo no habría bastado para apartar a la izquierda abertzale de las instituciones, pero es un factor que pesa mucho en la actitud de indiferencia que presiento que se extiende entre miles de conciencias de muy variados signos políticos y que está permitiendo que la decisión jurídica, más allá de su consistencia, no encuentre excesiva reprobación. Batasuna/D3M o como quiera que en el futuro se llame tiene totalmente perdida la batalla moral. Puede apelar a mil y un razones políticas, jurídicas y hasta sociológicas. Puede teorizar lo que quiera sobre la verdadera democracia y la ausencia de la misma, sobre la perversidad del Estado y sobre la manipulación del poder judicial. Y a veces puede que hasta tenga razón en alguno de sus argumentos. Pero, más allá de a sus seguidores incondicionales, a casi nadie se le escapa esto: es inmoral prestar cobertura intelectual y política a ETA mientras se comparten escaños con sus potenciales víctimas (siempre amenazadas, a veces sencillamente asesinadas). Creo que seguramente por eso cunde la indiferencia ciudadana ante el futuro institucional de la izquierda abertzale, porque la mayoría de la gente de este país siente que la razón que podrían otorgarle algunos de sus argumentos la pierde por la miseria moral que representa su actitud ante la actividad de ETA. Así que a estas alturas y contra lo que seguramente habríamos pensado hace unos años la repugnancia moral se está imponiendo a las consideraciones meramente políticas, y a muchos nos importa bastante poco que Batasuna esté o no esté en el Parlamento. Su destino se lo están ganando a pulso, al alimón con ETA.
+info: la noticia sobre la definitiva anulación de las listas electorales en El País

martes, 27 de enero de 2009

CIENCIA Y CREENCIA: A PROPOSITO DE UN LIBRO


Tengo numerosos amigos y conocidos, algunos de vasta cultura y acreditado sentido común, que a las primeras de cambio visitan a su homeópata: por resfriados recurrentes, por dolores musculares, por simple cansancio o malestar… Para qué vas a ir al médico, que a lo mejor te receta antibióticos, si puedes salir del homeópata (previo pago de unos 30-50 euros sin factura) con unas inocuas bolitas. Cuento esto al hilo de un libro que acabo de leer y que aunque se publicó el año pasado yo creo que seguirá manteniendo vigencia durante largo tiempo: Misterios a la luz de la ciencia, una entretenida obra colectiva redactada por un grupo de periodistas y profesores vinculados a la Universidad del País Vasco. La intención del libro es hacer un repaso de numerosas creencias que se han extendido de manera extraordinaria durante todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI y que contradicen la evidencia científica establecida o, como muy bien se explica, el razonamiento propio del pensamiento científico. Cuestiones de enorme popularidad como la medicina homeopática, el pronóstico del tiempo basado en las témporas, la existencia de contactos humanos con extraterrestres o las predicciones astrológicas son rebatidas de manera amena y desenfadada con argumentos científicos que desenmascaran lo que muchas veces no son sino fraudes o estafas urdidos por sus responsables sin más objetivo que sacar provecho de la ingenuidad colectiva. Recomiendo vivamente su lectura a todo aquel que a estas alturas empieza a mosquearse con tanto ying y tanto yang y con tanta equis-patía o equis-terapia y también, como no, al que después de rascarse la cartera en alguno de estos gabinetes pseudo-científicos (tanto da si de acupuntura como si de esoterismo o tarot se trata) se ha preguntado si no habrá hecho un poco el tonto Lo más curioso de todo es que la extensión de este tipo de creencias coincida con una época de laicismo generalizado y de progresivo abandono de la certeza religiosa. No deja de ser una paradoja que si precisamente la ciencia nos ha hecho dudar de las verdades de la religión demos ahora la espalda a la ciencia para resolver lo inexplicable y lo misterioso con nuevos instrumentos que vestimos con ropajes científicos pero que en realidad están más cerca de la creencia en lo sobrenatural. Igual es que Dios, que es muy listo, se está haciendo presente mediante novedosos y amanerados subterfugios… (Dicho esto desde el cariño, por si acaso).
+info: sobre la presentación del libro en el blog de uno de los autores

lunes, 19 de enero de 2009

COCINEROS CUM LAUDE

El Ayuntamiento de San Sebastián, de la mano de la Universidad de Mondragón, ha tenido una nueva idea que a mi me suena sobre todo a estrategia de promoción de la ciudad: crear en Donostia lo que han dado en llamar una universidad de la cocina, algo así como una facultad de gastronomía en la que participarían los astros culinarios que por aquí campan por doquier. No sé si la idea es buen o mala, supongo que según cómo se conciba. A los que hasta ahora se dedican a esto, especialmente a las escuelas de hostelería ya asentadas, les parece más que nada competencia desleal: resulta que ahora con subvención pública les ponen al lado una escuela de mayor postín que se les llevará una parte importante del pastel. A mi, a bote pronto y salvando las distancias (sobre todo las que impone la A-8), me parece una maniobra parecida a la del Guggenheim en Bilbao: una idea curiosa que tiene más de artificio promocional que de enjundia académica (de la misma manera que el museo ha tenido más repercusión turística o urbanística que meramente artística en el escenario plástico bilbaíno). Quizás crear un centro de difusión cultural vinculado a la gastronomía no sea ningún disparate, especialmente en esta ciudad en la que las cosas del comer ocupan y preocupan de manera casi reverencial. Pero llamarlo universidad y concebirlo a la manera de un centro de enseñanza superior me parece peliagudo. Siempre me ha parecido sospechosa la literatura que viene rodeando a la alta cocina desde hace ya años: los platos que diseñan los nuevos cocineros de vanguardia ya no son solo originales o creativos, también adquieren matices “divertidos”, “eruditos”, buscan la “complicidad con el gourmet”, son “inteligentes” y hasta “metafóricos”. En definitiva, no solo halagan al paladar sino que además nos deben hacer pensar. No en vano Ferrán Adriá fue invitado recientemente a una importante feria de arte (la Documenta de Kassel 2007). Así los nuevos cocineros deben de tener hoy algo de poetas y filósofos. Si ahora se crea una titulación superior con todo lo que ello supone (investigación y literatura supuestamente científicas, doctorados y tesis, ponencias y congresos, masters, publicaciones variadas… sobre la "alta cocina") a la próxima generación no va a haber quién la aguante. Por supuesto que detrás de la cocina hay ciencia: la química en primer lugar, la dietética por supuesto, y también la tecnología electrodoméstica. Pero me da que el proyecto donostiarra no va exactamente por ahí sino que pretende convertir en disciplina académica la formación de cocineros estrella. Y como tal me parece una idea un tanto peregrina. Responde a esa obsesión porque el modelo universitario fagocite toda manifestación o actividad humana, pero yo creo que a la cocina no le sienta nada bien la pátina intelectual: suena vacía, falsa, a argumento tramposo para encarecer la factura que algunos gourmets snobs están dispuestos a pagarles a ciertos cocineros pomposos y autocomplacientes.
+info: la noticia en Diario Vasco

viernes, 9 de enero de 2009

TEOLOGIA SOBRE RUEDAS


Cualquiera diría que los representantes de Dios en la tierra han asistido recientemente a un curso de mercadotecnia. Tras la última campaña de publicidad televisiva con la que la Iglesia Católica española sorprendió a millones de alucinados espectadores, ahora el mensaje divino llega a los autobuses por medio de una asociación evangélica madrileña. Los protestantes capitalinos han financiado un afiche que reza (nunca mejor dicho): “Dios sí existe. Disfruta la vida en Cristo”. Al parecer la campaña surge como respuesta a la de los ateos catalanes, que también están empleando los autobuses de Barcelona para hacer proselitismo con un lema de semejante índole: “Probablemente Dios no existe. No te preocupes y disfruta de la vida”. En este caso la fuente de inspiración proviene de la Gran Bretaña, dónde ya hace tiempo que los autobuses londinenses portan el mismo mensaje en la lengua de Dickens. Esta curiosa pugna publicitaria da para muchas y jugosas reflexiones. Lo primero, es reconfortante constatar que tras varios siglos de progreso material e intelectual hemos trasladado la guerra santa del campo de batalla a la arena del transporte público, quizás tras comprobar la estéril eficacia de los púlpitos en este mundo tan hedonista y banal. Otra curiosidad merece atención: al elegir como vehículo de adoctrinamiento el panel de un autobús cuya visión es forzosamente fugaz tanto creyentes como ateos parecen querer subrayar el carácter efímero de la vida que subyace en sus leyendas. Pedazo de mensaje subliminal éste, con el que unos y otros se descubren como peritos en la más sofisticada tecnología publicitaria que utiliza la cualidad conceptual del soporte para acentuar las facetas del mensaje que no se expresan de manera explícita. Se impone una última consideración: la idea ha salido inicialmente de las mentes ateas, con lo que nuevamente queda demostrado que las fuerzas del mal siempre tiran la primera piedra en esta secular pugna que les enfrenta a los defensores de la palabra divina. De momento los contendientes han localizado sus respectivos recursos en distintos escenarios: en Madrid los creyentes, en Barcelona los ateos. Pero el día en que autobuses de uno u otro signo circulen por la misma ciudad al viajero se le planteará un serio dilema moral: ¿a qué coche me subo? No es menor la zozobra en la que se sumirá a los responsables del transporte público, que habrán de decidir a qué barrios envían los autobuses que llevan un lema y a cuáles los que llevan el otro. Así que quizás más de uno acabe en Vallecas en lugar de Carabanchel con tal de no traicionar a sus principios.

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