martes, 27 de enero de 2009

CIENCIA Y CREENCIA: A PROPOSITO DE UN LIBRO


Tengo numerosos amigos y conocidos, algunos de vasta cultura y acreditado sentido común, que a las primeras de cambio visitan a su homeópata: por resfriados recurrentes, por dolores musculares, por simple cansancio o malestar… Para qué vas a ir al médico, que a lo mejor te receta antibióticos, si puedes salir del homeópata (previo pago de unos 30-50 euros sin factura) con unas inocuas bolitas. Cuento esto al hilo de un libro que acabo de leer y que aunque se publicó el año pasado yo creo que seguirá manteniendo vigencia durante largo tiempo: Misterios a la luz de la ciencia, una entretenida obra colectiva redactada por un grupo de periodistas y profesores vinculados a la Universidad del País Vasco. La intención del libro es hacer un repaso de numerosas creencias que se han extendido de manera extraordinaria durante todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI y que contradicen la evidencia científica establecida o, como muy bien se explica, el razonamiento propio del pensamiento científico. Cuestiones de enorme popularidad como la medicina homeopática, el pronóstico del tiempo basado en las témporas, la existencia de contactos humanos con extraterrestres o las predicciones astrológicas son rebatidas de manera amena y desenfadada con argumentos científicos que desenmascaran lo que muchas veces no son sino fraudes o estafas urdidos por sus responsables sin más objetivo que sacar provecho de la ingenuidad colectiva. Recomiendo vivamente su lectura a todo aquel que a estas alturas empieza a mosquearse con tanto ying y tanto yang y con tanta equis-patía o equis-terapia y también, como no, al que después de rascarse la cartera en alguno de estos gabinetes pseudo-científicos (tanto da si de acupuntura como si de esoterismo o tarot se trata) se ha preguntado si no habrá hecho un poco el tonto Lo más curioso de todo es que la extensión de este tipo de creencias coincida con una época de laicismo generalizado y de progresivo abandono de la certeza religiosa. No deja de ser una paradoja que si precisamente la ciencia nos ha hecho dudar de las verdades de la religión demos ahora la espalda a la ciencia para resolver lo inexplicable y lo misterioso con nuevos instrumentos que vestimos con ropajes científicos pero que en realidad están más cerca de la creencia en lo sobrenatural. Igual es que Dios, que es muy listo, se está haciendo presente mediante novedosos y amanerados subterfugios… (Dicho esto desde el cariño, por si acaso).
+info: sobre la presentación del libro en el blog de uno de los autores

lunes, 19 de enero de 2009

COCINEROS CUM LAUDE

El Ayuntamiento de San Sebastián, de la mano de la Universidad de Mondragón, ha tenido una nueva idea que a mi me suena sobre todo a estrategia de promoción de la ciudad: crear en Donostia lo que han dado en llamar una universidad de la cocina, algo así como una facultad de gastronomía en la que participarían los astros culinarios que por aquí campan por doquier. No sé si la idea es buen o mala, supongo que según cómo se conciba. A los que hasta ahora se dedican a esto, especialmente a las escuelas de hostelería ya asentadas, les parece más que nada competencia desleal: resulta que ahora con subvención pública les ponen al lado una escuela de mayor postín que se les llevará una parte importante del pastel. A mi, a bote pronto y salvando las distancias (sobre todo las que impone la A-8), me parece una maniobra parecida a la del Guggenheim en Bilbao: una idea curiosa que tiene más de artificio promocional que de enjundia académica (de la misma manera que el museo ha tenido más repercusión turística o urbanística que meramente artística en el escenario plástico bilbaíno). Quizás crear un centro de difusión cultural vinculado a la gastronomía no sea ningún disparate, especialmente en esta ciudad en la que las cosas del comer ocupan y preocupan de manera casi reverencial. Pero llamarlo universidad y concebirlo a la manera de un centro de enseñanza superior me parece peliagudo. Siempre me ha parecido sospechosa la literatura que viene rodeando a la alta cocina desde hace ya años: los platos que diseñan los nuevos cocineros de vanguardia ya no son solo originales o creativos, también adquieren matices “divertidos”, “eruditos”, buscan la “complicidad con el gourmet”, son “inteligentes” y hasta “metafóricos”. En definitiva, no solo halagan al paladar sino que además nos deben hacer pensar. No en vano Ferrán Adriá fue invitado recientemente a una importante feria de arte (la Documenta de Kassel 2007). Así los nuevos cocineros deben de tener hoy algo de poetas y filósofos. Si ahora se crea una titulación superior con todo lo que ello supone (investigación y literatura supuestamente científicas, doctorados y tesis, ponencias y congresos, masters, publicaciones variadas… sobre la "alta cocina") a la próxima generación no va a haber quién la aguante. Por supuesto que detrás de la cocina hay ciencia: la química en primer lugar, la dietética por supuesto, y también la tecnología electrodoméstica. Pero me da que el proyecto donostiarra no va exactamente por ahí sino que pretende convertir en disciplina académica la formación de cocineros estrella. Y como tal me parece una idea un tanto peregrina. Responde a esa obsesión porque el modelo universitario fagocite toda manifestación o actividad humana, pero yo creo que a la cocina no le sienta nada bien la pátina intelectual: suena vacía, falsa, a argumento tramposo para encarecer la factura que algunos gourmets snobs están dispuestos a pagarles a ciertos cocineros pomposos y autocomplacientes.
+info: la noticia en Diario Vasco

viernes, 9 de enero de 2009

TEOLOGIA SOBRE RUEDAS


Cualquiera diría que los representantes de Dios en la tierra han asistido recientemente a un curso de mercadotecnia. Tras la última campaña de publicidad televisiva con la que la Iglesia Católica española sorprendió a millones de alucinados espectadores, ahora el mensaje divino llega a los autobuses por medio de una asociación evangélica madrileña. Los protestantes capitalinos han financiado un afiche que reza (nunca mejor dicho): “Dios sí existe. Disfruta la vida en Cristo”. Al parecer la campaña surge como respuesta a la de los ateos catalanes, que también están empleando los autobuses de Barcelona para hacer proselitismo con un lema de semejante índole: “Probablemente Dios no existe. No te preocupes y disfruta de la vida”. En este caso la fuente de inspiración proviene de la Gran Bretaña, dónde ya hace tiempo que los autobuses londinenses portan el mismo mensaje en la lengua de Dickens. Esta curiosa pugna publicitaria da para muchas y jugosas reflexiones. Lo primero, es reconfortante constatar que tras varios siglos de progreso material e intelectual hemos trasladado la guerra santa del campo de batalla a la arena del transporte público, quizás tras comprobar la estéril eficacia de los púlpitos en este mundo tan hedonista y banal. Otra curiosidad merece atención: al elegir como vehículo de adoctrinamiento el panel de un autobús cuya visión es forzosamente fugaz tanto creyentes como ateos parecen querer subrayar el carácter efímero de la vida que subyace en sus leyendas. Pedazo de mensaje subliminal éste, con el que unos y otros se descubren como peritos en la más sofisticada tecnología publicitaria que utiliza la cualidad conceptual del soporte para acentuar las facetas del mensaje que no se expresan de manera explícita. Se impone una última consideración: la idea ha salido inicialmente de las mentes ateas, con lo que nuevamente queda demostrado que las fuerzas del mal siempre tiran la primera piedra en esta secular pugna que les enfrenta a los defensores de la palabra divina. De momento los contendientes han localizado sus respectivos recursos en distintos escenarios: en Madrid los creyentes, en Barcelona los ateos. Pero el día en que autobuses de uno u otro signo circulen por la misma ciudad al viajero se le planteará un serio dilema moral: ¿a qué coche me subo? No es menor la zozobra en la que se sumirá a los responsables del transporte público, que habrán de decidir a qué barrios envían los autobuses que llevan un lema y a cuáles los que llevan el otro. Así que quizás más de uno acabe en Vallecas en lugar de Carabanchel con tal de no traicionar a sus principios.

+info (para leer o escuchar sobre la noticia)