Languidece este blog, más que
nada por escasez de ideas o al menos de tiempo y ganas para ponerlas por
escrito (también por falta de una audiencia que de haberla serviría de acicate
para el esfuerzo, pero esto importa menos). ¡Qué iluso, un blog de pensamiento firmado por un don Nadie! No es que yo creyera
que en cuestión de meses las “sardinas viejas” de esta página iban a tener
decenas de entusiastas que las citaran y difundieran, ni mucho menos. Más bien
estaba convencido de que estos textos, como ha ocurrido, circularían de manera
casi clandestina por esta sobresaturada red en la que seguro que abundan enjundiosas
ideas de las que apenas casi nadie tendrá conocimiento. Y la verdad es que, me
permitiré la vanidad, cuando he releído los post he visto que algunos eran
buenos, mejores que no pocos artículos con firma y rúbrica de autores conocidos
y difusión garantizada en medio impreso y web de prestigio. Yo no buscaba la
clandestinidad aunque tampoco he hecho mucho por evitarla, pero últimamente
estoy perezoso. Y es que escribir reflexiones con un mínimo de originalidad
requiere un esfuerzo considerable y además ayuda poco constatar que las
ocasiones en que ese esfuerzo da lugar a un texto publicable éste apenas llega
a diez o veinte personas, casi todas amigos o familiares que saben que de vez
en cuando sacas cosas en La Sardina Vieja. Así que, como ni me siento capaz de
producir posts con más asiduidad, ni está en mi mano propiciarles una difusión
que me alentara a seguir haciéndolo, me temo que La Sardina Vieja puede entrar
en hibernación. Ojalá me equivoque, pues aun con todo disfruto haciéndolo, pero
no confío mucho en seguir escribiendo, al menos no de la manera casi
periodística en la que hasta ahora lo he hecho. Por el momento, no sé si como
epílogo, dejo una lista de libros leídos en los últimos meses que expresan, con mucha
más solvencia y elegancia, ideas que me habría gustado abordar. En un ejercicio
ilusorio de diálogo con su autor, cada libro aludirá a uno o dos posts de este blog que yo le invitaría a leer.
1. Diarios (1999-2003) y Diarios(2004-2007), de Iñaki Uriarte. Durante algunos años de mi adolescencia y juventud
coincidí frecuentemente con este peculiar personaje, a la sazón novio de mi
vecina María, en el ascensor de mi casa de Indautxu. Pasado mucho tiempo leí
una reseña de Vilá Matas glosando el primero de los volúmenes de sus diarios y
lo compré con algo de curiosidad malsana. Sé que desde entonces no soy el único
que ha quedado fascinado por el estilo aforístico y relajado de estos
dietarios, de falsa apariencia desaliñada. A lo largo de sus páginas Uriarte
desgrana ideas a veces banales y a veces sutiles sobre la vida cotidiana, alterna
loas a Benidorm o a la Toscana, satiriza sobre algún político o algún
intelectual y te contagia de su entusiasmo por la lectura (de Pla, de Borges,
de Montaigne) y por la simplicidad como filosofía
de vida. Todo un alarde de concisión expresiva que dispara con bala contra la
solemnidad y la autocomplacencia del mundillo intelectual. Declarado fumador,
creo que le sugeriría la lectura de Nicotina virtual (2010). Como vasco cansado
de la interminable diatriba patriótica quizás le gustara también Una boda patriótica (2012).
2. La civilización del espectáculo, de Mario Vargas Llosa. La primera reacción con este libro puede
ser la de enfrentarnos a un ensayo elitista y algo arrogante; a continuación
los razonamientos te van atrapando y al final tienes que ceder y reconoces que
el Nobel peruano tienen en gran medida razón:
la entronización del entretenimiento como objetivo de la producción intelectual
ha acabado por simplificarla. Mi generación es sin duda una “víctima” de esta
banalización “antropológica” de la cultura que pone en el mismo nivel un concierto
de los Rolling Stones y una ópera de
Verdi. Invitaría a su autor a leer el post Coleccionismo (2011).
3. Posteconomía: hacia un capitalismo feudal, de Antonio Baños Boncompain. Un libro espeluznante, casi
más sobrecogedor que una novela de terror. Llevaba yo unas semanas dando
vueltas a las similitudes entre la crisis bajomedieval y la crisis actual
cuando llegué a este libro que pone por escrito, con una erudición apabullante,
este sonoro argumento: nos encaminamos hacia una Nueva Edad Media, un
capitalismo feudal en el que las clases volverán a ser “órdenes”, el asenso
social casi imposible y las diferencias entre los (muy pocos) ricos y los (muchos)
pobres se irán haciendo abismales. La principal idea de este ensayo es que no
vivimos una crisis sino un cambio de era con una acentuación brutal de la
diferenciación social. Una era guiada por la “posteconomía” de los nuevos
financieros en la que las viejas salvaguardias
que garantizaba el estado del bienestar quedan canceladas en aras de un
enriquecimiento aun mayor de la exigua élite “plutonómica” que, por encima de
gobiernos y parlamentos, rige los destinos del mundo. Si este diagnóstico es
certero (y me temo que al menos en parte lo es) a nuestros hijos les espera un
futuro muy negro. A Baños le pediría que leyera Grecia : más pobreza, mejor rating (2012). Seguro que tiene una respuesta para la pregunta con la que
termina ese breve post. También le sugeriría Algo va mal (2012), una especie de
reseña del libro de Tony Judt que seguro que él también leyó.
4. En defensa del decrecimiento: capitalismo, crisis y barbarie, de Carlos Taibo. El libro anterior termina con
una pequeña propuesta de respuesta a ese proceso de “feudalización del
capitalismo” que se ha descrito. La resume en una postura, anticapitalismo, y
la ejemplifica con una filosofía práctica, el decrecimiento. Carlos Taibo (a
quién cita Baños) es uno de los impulsores de este “movimiento” en España. Su
propuesta es bien sencilla: la única manera de luchar contra este sistema capitalista
que acentúa las desigualdades entre clases y entre naciones y que aboca al
mundo a una degradación medioambiental irreversible es el retorno a la
simplicidad de vida. Menos producción, menos consumo, menos trabajo, mejor
reparto de la riqueza, más tiempo de ocio, más relación social y de vecindad,
más proximidad y menos globalización… Este libro (y otros de Taibo) glosa, en
tono académico, razones y posibilidades de acción. Y si bien a veces peca de ingenuo
y fuerza argumentos rebosa a un tiempo sentido común. Lo más difícil es que
esto del decrecimiento empieza por admitir que uno mismo tendría que cambiar
muchos hábitos y diversos aspectos de su estilo de vida. Para pensar. Aunque a
años luz de su solvencia académica, a Taibo le pediría que leyera Política fiscal, crisis e igualdad social (2010), un post en el que se reflexiona sobre la
dificultad para implantar en España políticas redistributivas.
5. Ayer no más, de Andrés
Trapiello. Muy distinto de los anteriores, este libro es la única novela en
este top five. Trapiello ha escrito un libro contra el maniqueísmo que tanto ha
proliferado en el tratamiento de la Guerra Civil, poniendo la llaga en un
asunto complicado: durante el Franquismo ese maniqueísmo eludió abordar la
verdadera responsabilidad del conflicto y la barbarie de los vencedores, pero
hoy no debemos caer en una postura similar que nos lleve a exonerar ciertas
culpas, que también las hubo, en el bando perdedor. Al hilo de una utilización
maniquea de las víctimas del Franquismo se puede acabar construyendo un nuevo “relato
oficial” tan mistificado como el que padecimos durante los 40 años del “Régimen”.
Aunque no hay escritos aquí sobre esta cuestión, le pediría a Trapiello que
leyera dos post sobre la fiesta del 12 de octubre que abordan la apropiación partidista
de elementos simbólicos: Abucheos patrióticos (2010) y Un 12 de octubre “popular”
(2012).