domingo, 13 de febrero de 2011

UNIVERSIDAD DEL PAIS VASCO : DOCENTES NO MUY DECENTES (O AL MENOS POCO CONSECUENTES)

Esta semana el sindicato UGT ha difundido las cifras de participación del personal de la Universidad el País Vasco (UPV/EHU) en la huelga del pasado 27 de enero contra el recorte de las pensiones. Ateniéndonos a los datos facilitados por el Rectorado, secundaron la huelga 184 trabajadores (un 10,03 %) del personal de administración y servicios (PAS) y 31 profesores (un 0,58 % del total de la plantilla docente). Al hacer públicas estas cifras la UGT pretende seguramente resaltar la escasa participación en una convocatoria en la que no tomó parte (los sindicatos convocantes eran LAB, ELA, STEE y algún otro sindicato nacionalista). Yo, que por distintos motivos no secundé la huelga, siento sincero respeto por los que sí lo hicieron y además comparto con ellos el convencimiento de que existen motivos para la movilización social. Precisamente por esto mismo creo que las cifras de participación del personal docente (PDI) en la UPV/EHU merecen un comentario más detenido, aunque seguramente por razones distintas de las que UGT ha querido resaltar al hacerlas públicas.
Para empezar hay que aclarar algunos pormenores. En la UPV/EHU, como en todas las universidades españolas, nos regimos mediante un sistema de organización autodenominado estamental, igual que en la Edad Media. Esto, que para ciertas cuestiones puede tener razón de ser, comporta numerosas paradojas que casan muy mal con la pretendida cultura democrática e igualitarista que supuestamente inspira el funcionamiento de esta institución. Como por ejemplo el hecho de que existen dos categorías de trabajadores, con sus propios escalafones y con condiciones laborales absolutamente distintas: el personal docente (PDI) y el de administración y servicios (PAS). Para estos existe un sistema de control de asistencia y permanencia en el puesto de trabajo (la clásica ficha que hoy en día es electrónica), cosa que no existe para los segundos. No es mi intención entrar a discutir esta cuestión que, como PAS, tengo asumida desde hace años. Lo que ahora me importa es destacar lo que sucede cada vez que se convoca una huelga, especialmente una huelga general (y por tanto política). Para el PAS, como ya se ha dicho, existe un sistema electrónico de control de asistencia que permite verificar la participación en la huelga: es decir, si uno no acude a su puesto de trabajo y no aporta ninguna justificación (el abanico de estas es muy variado) puede inferirse que ha participado en la convocatoria, independientemente de si lo hubiera manifestado expresamente. Con el profesorado no existe un sistema análogo, así que cada vez que se produce una convocatoria de huelga las autoridades académicas remiten un escrito en el que exhortan a los eventuales participantes a reconocerlo expresamente en caso de que hayan participado en la misma. Como es lógico, tanto para unos como para otros (PAS y PDI) secundar la convocatoria puede acarrear el consecuente descuento en sus nóminas.
Como se ve por los datos que arriba se indican, en la huelga del pasado 27 de enero, solo 31 profesores de un total de 5316 reconocieron haber secundado la convocatoria de los sindicatos nacionalistas. Cabe señalar que en las últimas elecciones sindicales (2007) los sindicatos convocantes de la huelga obtuvieron 757 votos entre el profesorado. Aun admitiendo que una parte importante de esos votantes no deseara tomar parte en la huelga, ¿no es un 4 % (31 de entre 757) un porcentaje de fidelidad sindical sospechosamente raquítico? Con seguridad la participación “de boquilla” habrá sido mucho mayor pero la expresamente reconocida ya se ve en qué se queda. En otras ocasiones esta cuestión ya había suscitado controversia: sostenían los docentes que a santo de qué les van a obligar a autoinculparse de la participación en una huelga, que si el Rectorado no tenía medios para comprobar la asistencia de los docentes a sus puestos no era problema de los trabajadores. A mi estos argumentos, disfrazados de una suerte de “insumisión” me suenan a puro y duro escaqueo. Al fin y al cabo si un trabajador hace huelga es precisamente para que se note y se sepa. La eventual reducción que esto suponga para la nómina no hace sino otorgar mayor legitimidad a la reivindicación del trabajador, dispuesto a asumir ese perjuicio. Esta forma de pensar es, como se ve, residual entre el PDI de la UPV/EHU. El rectorado lo debe de saber tan bien que ya ni tan siquiera se preocupa de ordenar a la sección de nóminas los descuentos retributitos para los “heroicos” autoinculpados (y la verdad es que tendría narices).
En fin, lo más escandaloso de todo este circo es que las últimas huelgas han ido acompañadas de encendidas soflamas y retóricas adhesiones. Esto habría estado muy bien si las cifras de participación hubieran concordado con la dialéctica que desplegaron las centrales sindicales. Pero se ve que no ha sido así y lo que han hecho los sindicatos es sencillamente callarse, pasarlo por alto, puesto que esta negativa a reconocer expresamente la adhesión del PDI cuenta con la absoluta connivencia de los convocantes. Así que el fervor huelguista, a los docentes se les supone como a los soldados el valor. El fenómeno forma parte de esa idiosincrasia picaresca tan española (je, tiene gracia la filiación) que nos lleva a considerar meros tontos a los que por fidelidad a una causa están dispuestos a que les toquen la cartera. En el último caso han sido, en tendencia sospecho que acusadamente decreciente, tan solo 31 tontos. Sencillamente patético.